lunes, 17 de agosto de 2009

Hambre de Palabras

Hermano lobo, sé que anduviste esperando por un comentario mío, así que en la plenitud de mi incapacidad, le dedico a tu ingenio este pobre escrito.

Hambre de Palabras

He pasado noches mágicas, contigo Soledad que me visitas cuando menos te espero. Hoy apareciste mientras me resignaba a no verte más, mientras me entregaba nuevamente al fatalismo de ser como soy, en una vida que nunca fue fatal, sino llena de fortuna.

Seguramente Soledad te encantaría verme con un ademán particular que te indicase cuando es que te espero. A cambio de ello, nunca te deje verme mirar a la luna con un cigarrillo en la mano, quemando el tabaco en los pulmones, lanzando señales de sangrehumo por la ventana. Tampoco me deje ver como El Pensador, petrificado en la desnudez de la contemplación absoluta. Menos posible me ha de resultar apoyar la cabeza cansada de sufrir como Vallejo, mientras ensayaba las lágrimas que le brotarían luego por los dedos, trazos que se sujetaron al papel como la raíz de una higuera se aferra a la vida.

Pero el cigarrillo, Soledad, lejos de apaciguarme, me genera malestar y me pierdo más en los medios que en la finalidad. La postura de ”El Pensador” de Rodin me genera incomodidad,y últimamente me saturo con prendas como para mantenerme desnudo sin saber si haz de venir . Esperarte no es como estar a las puertas del infierno, aunque a veces resulta ser desesperante.

Pero para que dar señales Soledad, Vallejo no usaba esa ya sabida postura para llamarte, solo detenía por momentos su mirada puesta en la realidad. Su instinto de poeta, de indisciplinado lo obligaban a descansar en su afán por conocer lo que terriblemente nos toca vivir como hombres con hambre y sin humanidad.

¿Para qué una señal?, si te tengo cuando menos te pido, pero quizás esos sean los momentos más exactos, cuando el enigma se resuelve, cuando la arbitrariedad da paso al discurso. La soledad no equivale a evitar la compañía Soledad, es esperarte, para así esperar juntos luego mi llegada, quizás llegue con algún regalo para nosotros, quizás sin nada.

Allí donde suelo perderme, en el mundo de las ideas puras, no existen las palabras Soledad. Es un mundo donde las ideas se encuentran ya desarrolladas pero donde no se puede pensar, y por más que esto se intente, el pensar te lleva a no pensar en nada Soledad,

Pero él que te piensa bajo palabras inexactas te tiene mientras esperan y aquel que se pierde en lo ininteligible buscando aquello que no esta extraviado (los absolutos inexpresables, el busilis del que sólo una fracción nos llega con la intuición) nunca te encuentra y sin haberte hallado te pierde. Y te calla en su incapacidad por exponer lo que sabe que existe pero que no puede decir. Por eso es que regreso cuando me visitas Soledad, para pensar en algo, de algo, a propósito de algo.

Para poder existir conforme te pienso con palabras, dejare de ser ese mochilero de lugares tan lejanos, el campeador de cuanto misterio haya que derrotar, el salmón para el que no existe embravecido rio ni buena muerte que sobrepasar. Me quedaré más en lo cercano, dejare el éxtasis angustioso de un largo proceso indagatorio en su resolución, por la no menos difícil tarea del logos.

Hoy ha nacido en su muerte el huérfano de ideas complejas, hoy se engendró el malnutrido pensador hambriento de palabras, hoy su hambre voraz es más que su ausencia de humanidad como hombre que es. Quizás en esta nueva tierra baldía te encuentre Soledad… quizás allí me encuentre.

Eloy Alberto Munive Pariona

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